Hoy, lunes, en Capital murió Marta Ávila, una de las mujeres que marcó un camino en esta ciudad, una de las actrices que más hizo por el fortalecimiento de la Asociación Argentina de Actores. Una artista que hizo de la estética su ética y vivió así, libre y generosa, siempre con el pie en el acelerador al mango por los que amaba.
Cuatro palabras podrían definirla (nunca contenerla): calidad, honestidad, estilo y generosidad. Y una más: entrega absoluta.
En las primeras fiestas de la Asociación de Actores, algunos la recordarán organizando, otros vendiendo entradas, otros preparando, otros limpiando los restos del naufragio (al amanecer, cuando todos dormían la mona), y yo bailando.
Tuvo nominaciones y premios, tuvo una carrera sostenida por la coherencia, tuvo una familia que la amaba, y la ama, tuvo amigos. Porque lo merecía y lo merece, porque la suya fue una fina estampa.
Por eso, merece además, el recuerdo y el respeto, porque una ciudad que no recuerda a sus artistas, no tiene futuro. Porque los artistas que no recuerdan a sus pares, no tienen perspectiva, ni futuro.
Por eso, La Corte de los Milagros rinde tributo a esta actriz de la hostia y la nombra mentora, por eso la Corte pide un brindis a la memoria de esta mujer que peleó hasta el final y que al final, se portó como una dama, porque una dama siempre sabe cómo y cuando despedirse. A ella, a sus hijos y sus nietos, nuestro amor y reconocimiento.
Virginia Ceratto
La Corte de los Milagros
